El autor a través de la obra exalta la corporalidad, y la expresa de manera estética mediante la figura de dos hombres con posiciones de un ballet clásico. Veilham coloca a los hombres en un reflejo espejo, es decir uno en oposición a otro con el mismo movimiento, representaría la variable diversidad humana, aunque los dos sujetos parecen mantener los mismos rasgos físicos.
En la obra, los individuos recaen en una categoría asexuada, pues sus cuerpos no tiene la típica musculatura masculina o la delicada silueta femenina, por lo que se manifiesta una representación espiritual más que física, se trata de lo sentimental antes que lo sexual; y que sentimiento más maravilloso y doloroso que el amor.
La expresión del alma humana envuelta en el ritmo de las suaves notas del amor, expresión del amor sin diferencia de género, ideología, nacionalidad, política o clase social.
Así Veilham nos enfoca al arte como fuente de manifestaciones sentimentales y belleza única que se la puede palpar a través de cualquiera de sus manifestaciones.
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