martes, 11 de mayo de 2010

Caricatura ecológica


La tierra ha sido la casa de millones de seres vivos e inertes durante mucho tiempo, la permanencia en ella era armónica y se mantenía relaciones dependientes, pues la tierra proporcionaba y a la vez recibía; y viceversa, con los seres vivos.
Pero una de las criaturas que en ella habitaba se desarrolla más que cualquier otra, fue grande su crecimiento que anatómica e intelectualmente se diferencio del resto, pobló a gran escala la superficie de la tierra. Tan grande fue su progresión que la dominó.
Todo en cuanto la tierra tenía esta especie lo disfrutó y desperdició, ante tal generosidad, la especie desarrollo otros instintos, los cuales eran negativos. En los corazones de cada individuo domino la avaricia, el egoísmo y la ingratitud. La misma especie fue su propio enemigo, se enfrentaron los unos y los otros por dominar el planeta. Con cada ataque la destrucción de la tierra era evidente, arrancaban la vida donde se asentaban y explotaban al máximo sus minerales.
La tierra era prisionera de esta especie, las plantas y animales eran sustituidas por grandes aparatos tecnológicos, la vida y la felicidad no era la misma. Todo estaba erosionado y desértico. La tierra pidió ayuda al cosmos y este la escucho. La encapsulo en unos gases livianos que la elevaron por el cielo y la desprendió del alcance de la especie dominante. Cosmos llevo a la tierra muy lejos. La especie flotó en un trozo de arena semejante a la tierra donde pereció y murió.

Las destrucciones masivas del ecosistema por parte de las grandes industrias están terminando con nuestro habitad. La tala indiscriminada de arboles, la contaminación de los elementos naturales y la extracción de minerales e hidrocarburos son la moneda con la que cambiamos la vida. La tecnología y las grandes metrópolis están terminando con nuestro planeta, es urgente un control y un alto en el exceso de estas actividades, que buscan el lucro y bienestar para unos pocos. No permitamos que nos quedemos sin nuestro hogar, el planeta tierra, porque es el único que nos abrió las puertas al nacer.

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