La tierra ha sido la casa de millones de seres vivos e inertes durante mucho tiempo, la permanencia en ella era armónica y se mantenía relaciones dependientes, pues la tierra proporcionaba y a la vez recibía; y viceversa, con los seres vivos.
Pero una de las criaturas que en ella habitaba se desarrolla más que cualquier otra, fue grande su crecimiento que anatómica e intelectualmente se diferencio del resto, pobló a gran escala la superficie de la tierra. Tan grande fue su progresión que la dominó.
Todo en cuanto la tierra tenía esta especie lo disfrutó y desperdició, ante tal generosidad, la especie desarrollo otros instintos, los cuales eran negativos. En los corazones de cada individuo domino la avaricia, el egoísmo y la ingratitud. La misma especie fue su propio enemigo, se enfrentaron los unos y los otros por dominar el planeta. Con cada ataque la destrucción de la tierra era evidente, arrancaban la vida donde se asentaban y explotaban al máximo sus minerales.
La tierra era prisionera de esta especie, las plantas y animales eran sustituidas por grandes aparatos tecnológicos, la vida y la felicidad no era la misma. Todo estaba erosionado y desértico. La tierra pidió ayuda al cosmos y este la escucho. La encapsulo en unos gases livianos que la elevaron por el cielo y la desprendió del alcance de la especie dominante. Cosmos llevo a la tierra muy lejos. La especie flotó en un trozo de arena semejante a la tierra donde pereció y murió.
Las destrucciones masivas del ecosistema por parte de las grandes industrias están terminando con nuestro habitad. La tala indiscriminada de arboles, la contaminación de los elementos naturales y la extracción de minerales e hidrocarburos son la moneda con la que cambiamos la vida. La tecnología y las grandes metrópolis están terminando con nuestro planeta, es urgente un control y un alto en el exceso de estas actividades, que buscan el lucro y bienestar para unos pocos. No permitamos que nos quedemos sin nuestro hogar, el planeta tierra, porque es el único que nos abrió las puertas al nacer.
Pero una de las criaturas que en ella habitaba se desarrolla más que cualquier otra, fue grande su crecimiento que anatómica e intelectualmente se diferencio del resto, pobló a gran escala la superficie de la tierra. Tan grande fue su progresión que la dominó.
Todo en cuanto la tierra tenía esta especie lo disfrutó y desperdició, ante tal generosidad, la especie desarrollo otros instintos, los cuales eran negativos. En los corazones de cada individuo domino la avaricia, el egoísmo y la ingratitud. La misma especie fue su propio enemigo, se enfrentaron los unos y los otros por dominar el planeta. Con cada ataque la destrucción de la tierra era evidente, arrancaban la vida donde se asentaban y explotaban al máximo sus minerales.
La tierra era prisionera de esta especie, las plantas y animales eran sustituidas por grandes aparatos tecnológicos, la vida y la felicidad no era la misma. Todo estaba erosionado y desértico. La tierra pidió ayuda al cosmos y este la escucho. La encapsulo en unos gases livianos que la elevaron por el cielo y la desprendió del alcance de la especie dominante. Cosmos llevo a la tierra muy lejos. La especie flotó en un trozo de arena semejante a la tierra donde pereció y murió.
Las destrucciones masivas del ecosistema por parte de las grandes industrias están terminando con nuestro habitad. La tala indiscriminada de arboles, la contaminación de los elementos naturales y la extracción de minerales e hidrocarburos son la moneda con la que cambiamos la vida. La tecnología y las grandes metrópolis están terminando con nuestro planeta, es urgente un control y un alto en el exceso de estas actividades, que buscan el lucro y bienestar para unos pocos. No permitamos que nos quedemos sin nuestro hogar, el planeta tierra, porque es el único que nos abrió las puertas al nacer.
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